Los frutos nunca caen lejos del árbol y aunque aquel guarde su sombra bajo tierra, el fruto revivirá con su savia.

“OMA” una Yugoeslava llena de sueños que llega a esta tierra en el “Monte Cervantes” con un baúl donde solo acurruco algunos recuerdos y la nostalgia del olor a dulce hirviente que guardaba su hogar.

Sus manos surcadas por el trabajo que jamás abandonaron el placer por revolver la olla con frutas recién cortadas y el bullicio de sus nietos alrededor del fuego.

Estos nietos ya hombres reviven a “OMA” en una tradición familiar: La fabricación de productos con dulces caseros, predominando los frutos patagónicos.

 

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